Sueños
Un cuento de Thomas Jones
Dedicado a Andrea del Pilar por su tiempo
Y por haberme dado la inspiración
No podía dormir. El reloj
en la esquina de la pantalla marcaba las dos y quince a.m. , lo que significaba que lo había dejado el bus de las dos y que
probablemente no iba a conciliar el sueño hasta que pasara el de las tres y cuarenta y cinco. Pero, sí en realidad quería
subirse al próximo bus con destino a la tierra de los sueños, sería necesario que se deshiciera de esas fastidiosas cucarachas
en la cabeza. Por eso fue que decidió prender el computador y comenzar con la historia. Pero más que las ganas de conciliar
el sueño era la necesidad de escupir los pensamientos lo que hizo que Rafael se pusiera a escribir.
Los pensamientos eran, como de costumbre, los que lo mantenían en
Vigilia (la tierra de los despiertos). En este caso era por una pequeñita obsesión con algo que ella escribió. Yo nunca sueño.
Para él no era posible que ella nunca soñara, seguramente lo que pasaba era que ella no recordaba sus sueños, era imposible
que nunca soñara. Está demostrado – pensó - , uno sólo recuerda sus sueños cuando se despierta en medio de tales. Además
recordaba otra de esas fastidiosas conversaciones entre idiotas adolescentes que le obligaban a escuchar los buses que seguían
el trayecto hacia la casa de Verónica (su ex futura ex esposa). “Marica, todos soñamos gü-ón (güevón).” Si esos
imbéciles eran capaces de darse cuenta era porque es indudable que ella tenía que soñar, así fuera de vez en cuando.
El plan era este: Rafael iba a demostrarle que ella sí soñaba, lo
complicado era encontrar un método viable, porque dadas las limitaciones era imposible que él fuera a metérse a su casa y
a despertarla en medio de ese raro movimiento que hacen los ojos debajo de los párpados cuando soñamos. Además había que tener
en cuenta que ni siquiera sabía quién era ella, dónde vivía, o si ella pensaba que él era un loco neurótico y obsesivo (cosa
que no me atrevo a negar que sea Rafael, yo que lo conozco bien puedo decir que a veces se comporta como tal). Entonces había
que encontrar otra forma de recordarle que ella igual que todos era una soñadora; no hubo que esperar mucho para que Rafa
se diera cuenta, y en parte era un poco obvio para las mentes retorcidas como las de él, que la única forma que había para
llevar a cabo el plan era buscándola en el mundo de los sueños y hacerla caer en cuenta de que el hecho de haberla encontrado
en ese lugar tan curioso era la prueba de que ella soñaba, y no solo soñaba sino que, aunque Rafael no se daba cuenta de que
era lo que él realmente quería, soñaba con él.
La sola idea de encontrarla en el otro lado de la conciencia hacía
que la imaginación de Rafa lo llevara a las ideas más absurdas que jamás pasaron por la mente de ningún pelirrojo. Había previsto
todo tipo inconvenientes y había pensado en todos los detalles, que su empresa necesitaba. llegó incluso a pensar que él era
el héroe que rescataría a su princesa del oscuro castillo de la inconciencia onírica. Y así sin darse cuenta, el entusiasmo
lo iba sumergiendo en el maldito océano del amor desmedido hacia nadie, hacia todo, y en este caso hacia ella.
Lo primero que hizo fue dejar de escribir, tenía que preparar el viaje
y el reloj en la esquinita de la pantalla marcaba ya las dos y cincuenta y tres a.m.. si quería encontrarla tenía que llegar
cuanto antes al mundo de los sueños, el viaje estaba previsto para le bus de las tres
y cuarenta y cinco, cosa que le convenía a rafa, ya que éste es el bus menos congestionado, y suele estar conducido por un
viejo amigo suyo. Rafa ya tenía por costumbre quedarse de los buses del sueño, sobretodo en temporada de vacaciones, casi
todos los días tomaba este bus, y casi todos los días estaba vacío. Es completamente natural hacerte amigo del conductor de
un bus cuando eres el único pasajero.
Rafa no era un experto en la búsqueda de personas, pero sí tenía muchas
facilidades para entender el funcionamiento del mundo de los sueños, esto se debía a su mente enredada con los incontables
nudos del infinito hilo de su imaginación y a su mala costumbre de despertarse justo en la parte mas profunda de sus sueños,
costumbre que hacía que recordara perfectamente las características de ese mundo casi tan extraño como este que nos encierra.
Eso era obviamente un punto a favor.
Así que llegó el momento, rafa nunca había tenido tantas ganas de
soñar ni de ver a alguien, pero esa ansiedad no le impidió cerrar las cortinas de la mente y viajar en el bus de Thomas mientras
le contaba con imprudente entusiasmo los detalles de su tarea. Llegó justo a las quince horas de la medianoche con noventa
y tres minutos y cuatro kilos, no fue necesario bajar el equipaje porque justo cuando vio que le iba a incomodar decidió soñar
que lo había olvidado, Thomas felicitó a rafa por haber aprendido esas trampas tan útiles en un país tan burócrata y desordenado
como Pollolandia.
Y dónde cuernos voy a encontrarla, se preguntaba. Rafa corría el riesgo
de que en lugar de encontrarla, soñara que se la encuentra, por lo tanto iba a necesitar una garantía de que era ella y no
sus propios deseos de verla lo que la iba a hacer aparecer en ese curioso país. Pero sus ganas de verla eran tantas que ya
la hacía aparecer en el rostro imaginado de cada muchacha que pasaba por la estación central de buses públicos de Pollolandia.
Así que no tuvo más remedio que pedirle ayuda a Thomas, quién por no conocerla no tenía posibilidad alguna de soñarla y, por
lo tanto, era capaz de encontrarla sin engaños. Thomas accedió, así que comenzaron a investigar la forma de encontrarla. Rafa
comenzó a impacientarse al ver que de nada le servía controlar a voluntad el mundo de los sueños, se sentía como carro de
control remoto sin pilas, completamente impotente. Pero todo se fue haciendo más fácil cuando Thomas le contó a rafa que había
tenido una aventurilla sexual con la secretaria del registro de la Compañía General de Buses del Sueño, aventurilla de la
que por cierto la secretaría había quedado muy agradecida por los favores del conductor. Thomas le dijo a rafa que Sarita
(la secretaria), tenía acceso a todos los registros de pasajeros de la compañía, y por lo tanto podía averiguar a dónde había
llegado ella y dónde debía tomar el bus de regreso. Thomas sabía que ella no perdería el bus de regreso, porque es precisamente
en el bus de regreso en dónde perdemos la noción de que estábamos soñando y regresamos desmemoriados a nuestra cómoda cárcel
detrás de los ojos. Así que nada se hizo esperar, Thomas fue a la oficina y volvió con el dato y lápiz labial esparramado
por todo el cuello. Ella debía estar en la estación Juan José Rincón en ese preciso momento, así que Thomas y rafa se fueron
a pie, en dos paso recorrieron cuarenta kilómetros y llegaron a la estación. Entonces rafa la vio, tan bella como sólo en
sueños se puede ser, de inmediato le preguntó a Thomas si él la veía, al escuchar que sí, tuvo la absoluta certeza de que
era ella. No dudó en acercársele, la tomó de las manos y mirándola a los ojos le dijo: estás soñando. Ella lo miró de la forma
en que se ve a los locos, con cierta lástima por su delirio y le dijo: no, tú estás soñando. Ahora rafa no sabía cómo hacerla
entender, él tiene la capacidad de despertarse a voluntad, pero no puede hacer que otro soñador se despierte, entonces pensó
en mostrarle cosas para probar que estaba soñando, y se acordó del clásico pellizco que sirve para todo lo contrario, para
saber que se está despierto. Mira, te voy a pellizcar el brazo, si no te duele es porque estás soñando verdad?. A ella le
pareció ridículo pero aceptó, rafa la pellizcó concentrándose en soñar que no le iba a doler, pero escuchó un grito que le dolió mil veces más a él. El pellizco hizo que ella se enfadara con rafa, y de
nada servían las demostraciones inverosímiles que rafa hacía para probarle que estaban en un mundo que no tenía sentido, en
Pollolandia el país de los sueños. Para ella era completamente normal que los pollos declamaran poesía en la estación (de
hecho creía que esa era la razón para que ese país tuviera un nombre tan gracioso), por lo tanto nada de lo que rafa hiciera
con sus facultades de controlar el sueño iba a servir para convencerla, ella había perdido por completo la capacidad de asombro.
Así que rafa se rindió y cambió de plan, lo tranquilizaba saber que simplemente tenía que evitar que ella subiera al bus de
regreso para que pudiera despertarse en justo medio del sueño profundo y así recordarlo.
Mientras tanto rafa podía aprovechar para soñar con ella todas las
cosas que no se atrevió a soñar antes por no aceptar que estaba enamorado. Comenzó por soñarse flores en la mano para obsequiarle,
luego modificó el triste paisaje de la estación y lo soñó como el fondo del mar, dónde los fantasmas bailaban para ella, y
las sirenas se morían de celos por su hermosura. El sueño era tan perfecto que ella comenzó a devolver las manifestaciones
de amor, soñando que el tiempo no pasaba, que se quedaban estancados en el infinito. Sin embargo el mundo de los sueños también
reglas que nos duelen, y una de ellas es que no te puedes quedar, por lo tanto llegó el bus de regreso tres años después en
forma de submarino, entonces rafa la tomo de la mano y le dijo: no te vayas. Ella le respondió: ni en sueños. y no lo decía
por chiste. Al oírla decir que se quedaría con él, se dibujó una inmensa sonrisa en rafa que
desapareció al ver que Thomas conducía el submarino. ¿Thomas?... qué haces ahí? Porqué conduces el bus de regreso de
Pili? Entonces Thomas le dijo: ay! Rafa, hombre si que eres despistado, este no es el bus de Pili, es el tuyo. Y rafa respondió:
pero Thomas, tu sabes que yo nunca me devuelvo en esos buses... y Thomas dijo: eso es porque siempre te regresas antes de
que llegue... ahora hazme el favor y te subes que aquí no te puedes quedar. El pánico inundó las venas de rafa ¿cómo era posible
que tuviera que devolverse? Lentamente el miedo del olvido hizo ver al miedo de la separación como insignificante, mientras
rafa se daba cuenta que en un mundo dónde nada tiene sentido como ese, no es necesario que te subas al bus para que te lleve
a casa. Entre la tormenta de lagrimas olvidadas se fue durmiendo la mente de rafa y sus ojos dejaron de bailar de lado a lado
justo antes de que sonara su reloj despertador.
Ella lo vio desvanecerse como la mantequilla de sus huevos fritos,
el fondo del mar con su danza de fantasmas se transformó en la tormenta interminable de su ausencia, y pronto el paisaje se
volvió en un Apocalipsis aterrador dónde todas las cosas que le daban miedo protagonizaban la peor de sus pesadillas (incluyendo
al conejito tamborilero de Energizer). En el último grito desesperado se despertó confundida. Lo extrañaba tanto que se echó
a llorar, y entré la distorsión de lasa lagrimas veía el pantalón de su pijama que le hacía saber que fue un sueño, que él
no existe, que los pollos no declaman poesía y que es estúpido llorar por cosas que no existen. Al secarse sus lagrimas reacomodó
sus pensamientos y todo el suceso pasó al archivo de la memoria en una nueva carpeta con un rótulo que decía: pesadilla. Así
es, ella había soñado.
Rafa se despertó como nuevo, nunca había dormido tan bien en los últimos
meses de fiel insomnio, estaba tan alentado que decidió preparase un buen desayuno en vez de servirse otra taza de chococrispís
con leche como era costumbre, sacó la sartén y la puso al fuego, luego tomó un corte de mantequilla y lo puso en la sartén,
y sintió un raro corrientázo en el alma, al ver la mantequilla derretirse sintió un pánico indescriptible, sintió que eso
que estaba pasando se lo había soñado antes, y de una forma inexplicable sentía que se derretía de la misma forma. Al mismo
tiempo ella al otro lado de la ciudad, sintió un hueco en el pecho, y los dos suspiraron porque por un instante supieron que
ni siquiera en sueños van a poder estar con la persona que aman desde siempre y que sabiendo que existe nunca descubrirán.
Esa misma noche se encontraron de nuevo en el Messenger. Ella le dijo
: sabes?, soñé. El respondió: Ves que todos soñamos?... es extraño, yo anoche no soñé, pero dormí muy bien. Pasó un buen rato
sin que se escribieran nada, luego ella se desconectó y nunca más se volvieron a encontrar despiertos.