. “ No es menor noticia que tienen los de esta Provincia, en especial
los sogamosos, de aquel predicador que dijimos había pasado por estas tierras, que la que tuvieron estos bogotaes. Y así dicen que en tiempo de un cacique de aquel valle llamado Nompanen, habrá cuatro edades,
que las nombran por este vocablo Bxogonoa, vino un hombre del mismo talle y vestido que le pintamos tratando de él en estas
tierras del Bogotá, que les predicó y enseñó muchas cosas buenas, de que aún han quedado algunos rastros. Son tan ciegos que
casi no se conocen. Traía en la cabeza y brazos hecha la señal de la cruz, y en la mistura rematada una macana que traía por
bordón en la mano. Llamábanle con tres nombres: el uno Sadigua soñado, que quiere decir nuestro pariente y padre, Sugumonxe
santo, que se hace invisible y Sugunsua, que quiere decir hombre que desaparece”.
“Al primer pueblo que llegó en este
valle fue al de Ganza, en un sitio que llaman Toyú, donde estuvo tres días en
una cueva. En los cuales le fueron a visitar el cacique de Ganza, que ahora se dice Gámeza, el de Bubanzá, Socha, Tasco, Tópaga,
Monguí, Tutasá, Mongua, Pesca, Yaconí, Bombaza, Tota, Guáquira, Sátiva, todos por el orden dicho. Y como fueron llegando,
fueron ganando la antigüedad y grandeza que hoy tienen y conservan, entre ellos por la de Sogamoso superior a las dichas,
no salió de su casa a verlo hasta que él entró más dentro del valle y llegó a un puesto que llaman Otga, a donde salió el cacique Nompanen con toda su gente. Y hablándole con grande acatamiento el predicador, comenzó su oficio y darles a entender que había un Dios en el cielo que premiaba a los buenos,
y tenía en el infierno castigo para los malos, lo que conocen hoy bien los indios por tradición desde estos tiempos; si bien respetan y obedecen ofreciendo sacrificios al demonio, aunque conocen ser su enemigo, y aconsejarles cosas contra la razón, a quien dicen
los chontales le ayudan los ladinos, exhortándoles que no dejen las costumbres de sus antepasados, aunque haga también lo
que les aconsejan los españoles, donde se ve cuan pernicioso es andar estos ladinos entre ellos”.
4 -- “Dio
él también a entender que las almas eran inmortales y que iban a recibir premio o pena, según habían vivido en esta vida,
cuando salían de los cuerpos.... Los cuales, entre otras sentencias y rastros
que hallaron de esto en esta provincia, fue una estatua de un ídolo, con tres
cabezas humanas en un cuerpo, que declaraban los indios tenerle figurado así, porque representaba una cosa que eran tres personas
con un corazón y una voluntad, como se lo habían dicho a sus mayores el Sugunsua que paso por esas tierras.”
En el Capítulo XII, Pedro Simón, continúa:
“Proponiendo con veras el cacique
Sogamoso, Nompanen, guardar y hacer que sus vasallos guardasen las cosas que el predicador amonestaba, le pidió consejo para
las penas con que obligaría a su gente para la guarda de estos mandamientos. A quien respondió el predicador se habían de
guardar voluntariamente y con buen corazón y no con rigores de este mundo.... Enseñóles
también a hilar algodón y tejer mantas y otras cosas de vida política... Después del cual llegó al pueblo de Iza y habiéndoles
predicado y enseñado lo mismo, desde allí se desapareció, que nunca más lo vieron, dejando allí en una piedra estampado un
pie de los suyos, en que tienen hoy tanta devoción los indios e indias preñadas,
que van a raspar de aquella piedra y la beben en agua para tener buen parto.”
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