La India, que buen Ejemplo
Por Diego Francisco Sánchez Pérez
Hasta hace algo más de una década, decir "India" era evocar imágenes de ciudades superpobladas, pobreza extrema, enfermedades
bíblicas, selvas lujuriosas y culturas milenarias que podíamos imaginar como escenas surgidas de un libro de Salman Rushdie.
Pero si bien en sus más de tres millones de kilómetros cuadrados vive todavía un cuarto de las personas más pobres del
mundo, cientos de millones carecen de energía eléctrica y el 39% de los adultos no sabe leer ni escribir, rápidamente ese
escenario apabullante está sufriendo una inusitada metamorfosis: la India de hoy es un país donde los antiguos templos conviven
con el microchip y la tecnología espacial.
Así las cosas, y siendo uno de los países más poblados del planeta (con mil millones de habitantes), no es raro que la
revista británica New Scientist la haya elegido como caso de estudio y tema central de una edición especial sobre ideas innovadoras:
además de conducir uno de los programas espaciales más ambiciosos del mundo, sólo en los últimos cinco años más de 100 compañías
científicas y tecnológicas instalaron allí laboratorios de investigación, su industria farmacéutica está produciendo vacunas
contra la hepatitis B a 28 centavos de dólar la dosis y genéricos contra el sida que llevaron el precio de las drogas de 10.000
a 200 dólares anuales, posee un polo mundial de la industria del software, las ventas de autos dirigidas a una creciente clase
media aumentan un 20% anual, sus expatriados vuelven y de sus universidades e institutos tecnológicos egresan doctores que
quieren quedarse a trabajar en el país.
La India es actualmente la undécima economía del mundo y se calcula que para 2050 podría convertirse en la tercera, después
de los Estados Unidos y China. Sin duda, muchas de las causas de este giro copernicano pueden buscarse en un drástico cambio
cultural: "Crece la idea de que la ciencia no puede ser solamente una búsqueda intelectual, sino que también tiene que ser
relevante desde el punto de vista económico y social", afirma en su editorial New Scientist.
Para Raghunath Anant Mashelkar, director general del Consejo de Investigaciones Científicas e Industriales de la India,
la red de centros públicos de investigación más grande del mundo (cuyo presupuesto crece a un ritmo del 25% anual), la receta
es clara, aunque difícil de alcanzar: se trata de desarrollar la ciencia y la tecnología, y unirlas a la industria "para incrementar
la riqueza y el bienestar del país". Para hacerlo realidad, creó el programa New Millennium Indian Technology Leadership Initiative,
que otorga dinero a proyectos en los que universidades y compañías trabajan juntas para desarrollar productos que compitan
en el mercado global.
Son sin duda datos asombrosos y contundentes que -vale la pena recordarlo- incluso a medio mundo de distancia, no dejan
de tener validez.