AEROPUERTO “ALBERTO LLERAS CAMARGO” 1946 – 2005 CINCUENTA Y NUEVE AÑOS DE HISTORIA SOGAMOSEÑA
POR: JAIME
VARGAS IZQUIERDO
En diciembre
de 2005 se cumple el quincuagésimo noveno aniversario de la inauguración solemne del Aeropuerto de Sogamoso. Pocas personas
tienen presente en su memoria esta fecha que marcó sin duda alguna, un hito en el desarrollo de nuestra ciudad como urbe progresista
y promisoria. Por eso considero que esta evocación no puede pasar inadvertida ni por las autoridades , ni por las gentes sogamoseñas,
máxime cuando esta obra de progreso y de tan señalada trascendencia tuvo mucho que ver con un atributo, hoy desaparecido en
nuestro medio citadino, pero, que sin duda en el pasado se encargó de plasmar un cúmulo de realizaciones progresistas, me
refiero al espíritu público.
El Aeropuerto
de Sogamoso fue la resultante de una vigorosa movilización cívica nacida por el año de 1945, cuando ocupaba la presidencia
de Colombia uno de los compatriotas más ilustres el doctor Alberto Lleras Camargo. Un grupo de emprendedores ciudadanos encabezados
por un atildado y dinámico caballero don Omar Díaz Jiménez, cuyo nombre lastimosamente no ha sido suficientemente reconocido
tomó la decisión de construir un campo de aterrizaje que facilitara el intercambio económico y social de la Villa del Sol
con la llanura oriental y en general con todo el país.
La convocatoria
cívica vinculó a toda la ciudadanía ( ricos y pobres), la cual a través de festivales, actividades económicas y aportes accionarios
constituyó la sociedad “Aeropuerto de Sogamoso S.A), entidad que logró la adquisición de los terrenos de la hacienda
“Pinzón” al sur de la ciudad, en las cuales prontamente se hicieron las obras básicas para las operaciones aeronáuticas
contando con la colaboración y el trabajo físico de todos los estamentos ciudadanos, en una ejemplar demostración de fervor
cívico y amor a Sogamoso.
Como hecho
curioso se destaca que el valor nominal de la acción de la sociedad del Aeropuerto de Sogamoso era de diez pesos, mientras
que el capital autorizado de la empresa alcanzaba a la enorme cuantía para la época de cien mil pesos.
Las obras
iniciales del campo aéreo se ejecutaron, como ya se dijo, con celeridad y la primera aeronave que tocó la pista del flamante
aeropuerto fue el ATG 749 de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC, piloteado por Miguel A. Meléndez, “Tilo” Meléndez,
un oficial sogamoseño, quien varios años después como coronel retirado de la FAC llegó a ser alcalde de Sogamoso. Este aterrizaje
de prueba se cumplió el sábado 23 de noviembre de 1946. El entonces Mayor Meléndez tuvo como copiloto a un joven oriundo de
Monguí cuyo nombre nunca logré conocer.
El domingo
8 de diciembre del mismo año fue escogido para realizar la solemne y primera inauguración del campo aéreo, digo “primera
inauguración” que debe sonar extraño, pues en cuatro o cinco ocasiones posteriores se han instrumentado actos inaugurales
con bombos y platillos en nuestro famoso aeropuerto.
En la fecha
señalada (8 de diciembre), y desde las horas de la madrugada se inició el desplazamiento de los ciudadanos sogamoseños y de
los pueblos aledaños en vehículos de toda clase o a pie a las instalaciones del aeródromo. Hacia las nueve de la mañana se
inició el aterrizaje de las naves de la Fuerza Aérea y de las empresas de aviación tales como Avianca, Viarco, Aida, y Trasandina
entre otras.
Dieciséis
aviones tocaron tierra sogamoseña el histórico día, y según lo destaca Héctor José Moreno Reyes en su bello libro “Hombres
y Aeroplanos”, “Hasta el mismo Nelson Rockefeller, quien casualmente llegó en su Locheed Lodestar, de paso para
Caracas”.
En la mentada
inauguración del aeropuerto se contó con la presencia de distinguidas personalidades del Gobierno, de la empresa, y del Congreso
Nacional, entre ellas del Representante a la Cámara Julio César Turbay Ayala, quien coincidencialmente en el año de 1981,
siendo Presidente de Colombia, declaró inaugurado el mismo terminal aéreo por tercera vez.
Se recuerda,
así mismo que el Presidente de Colombia de entonces, recién posesionado, Mariano Ospina Pérez quien había sido invitado a
la ceremonia inaugural no pudo asistir a la puesta en funcionamiento de nuestro campo aéreo pues en ese ocho de diciembre
de 1946 se abrían en Barranquilla los quintos Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, los cuales requerían la presencia
del mandatario en la llamada “Puerta de Oro de Colombia” o “La Arenosa”.
Con ocasión
de trascendental acontecimiento en la historia de Sogamoso que constituía la apertura de una nueva era de progreso y su incorporación
al mundo de la navegación aérea en aquel 8 de diciembre el diario capitalino “El Tiempo” dedicó una página para
resaltar el significativo suceso para resaltar el logro que para el Valle de Sugamuxi y para el departamento entrañaba contar
con el primer aeropuerto en la altiplanicie boyacense. Los más destacados escritores de Suamox insertaron en la publicación
sus sentidos artículos y magnificaron las excelencias de la tierra del sol. Edmundo Rico Tejada, Humberto Plazas Olarte, Humberto
Rosselli, Eduardo Camargo Gámez y Gabriel Camargo Pérez fueron los encargados de engalanar las páginas del periódico bogotano,
que se adornó también con fotografías de la plaza mayor, la iglesia, la panorámica de Sogamoso y el Lago de Tota y sobretodo
las imágenes de las encantadoras damitas sogamoseñas, Isabel Torres Bernal, Aurora Reina Moreno, Fanny Vega, Maruja Arenas
Díaz, Carmenza Chaparro Soler, Ángela Abella Chaparro, Inés Reyes Puyana, Olga Roselli Quijano, Lola Reyes Nieto, Lucila Valderrama
Albarracín, Cecilia Franco Vásquez, Beatriz Rosselli y Armira Arena Díaz.
La página
de “El Tiempo” destacó a ocho columnas un titular, “Sogamoso inicia nueva etapa de progreso”, y en
el recuerdo de presentación un título, “Omar Díaz, a quien Sogamoso debe la construcción del campo aéreo”, y un
párrafo del cual extractamos: “Los boyacenses podemos demostrar así, como si en la maravillosa Pereira, los caldenses
hacen surgir el aeródromo “Matecaña” ante el clamor colectivo de los viejos, las mujeres, los hombres y los niños,
también en Sogamoso sus gentes señalan y destacan ante la nación el ejemplo de su actitud cívica, traduciendo en la obra de
su aeropuerto y simbolizando gloriosamente el valor de sus aviadores Miguel Meléndez, Valdés Tavera y Luis F. Pinto”.
Eran los
viejos tiempos del civismo sogamoseño el cual, como tantas veces lo hemos pedido, debemos retomar para que nuestro aeropuerto
“Alberto Lleras Camargo”, tantas veces inaugurado y que llena la historia de la Ciudad del Sol en más de medio
siglo, se consolide como símbolo magnifico del espíritu público y que los ciudadanos del nuevo Sogamoso tengan como referencia
y paradigma del servicio a la comunidad lo hecho por aquellos hombres y mujeres que en 1946 plasmaron la obra grandiosa del
Aeropuerto de Sogamoso.
Sirva pues
esta recordación para hacer propicia la ocasión de reflexionar sobre la necesidad de recuperar el hilo perdido del civismo
de la Ciudad del Sol, de revivir hazañas como las de Omar Díaz y sus emprendedores coterráneos quienes hace más de media centuria
escribieron una hermosa página de servicio comunitario que nos queda como admirable legado, que hace parte de la historia
de nuestra patria chica y que bien vale la pena evocar como exaltación de las virtudes y glorias de nuestra bella villa.
Al reiniciarse
ahora la operación en nuestro aeropuerto con vuelos diarios a Casanare y los Santanderes, es bueno recordar como desde hace
más de medio siglo nuestro campo aéreo ha servido de escala en la actividad aeronáutica en el oriente colombiano y como su
reactivación no es fruto de la improvisación, ni de la fantasía, pues el nombre de Sogamoso hace parte de la historia de la
aviación colombiana ya que, hasta hace pocos años, varias aerolíneas cubrían itinerarios regulares entre nuestra ciudad y
la llanura oriental. Por eso no está bien que ciertos mandatarios mal informados y egoístas pretendan soslayar la importancia
del primer aeropuerto en la altiplanicie boyacense, el de mayor tradición, el de mejores instalaciones y ayudas y, por supuesto,
el de más promisorio futuro, dados los nexos comerciales y afectivos con la tierra casanareña y la región santandereana