SOGAMOSO, CAPITAL TAURINA DEL ORIENTE
COLOMBIANO
Por Jaime Vargas Izquierdo
TREINTA AÑOS DE HISTORIA
El sogamoseño, desde épocas inmemorables,
ha mantenido una afición innata por la “ fiesta Brava”. Ha sido, Sogamoso, recogiendo las palabras de nuestro
coterráneo Guillermo Plazas Olarte: “ Tierra de toreros”. El alma andaluza prendió en mi valle con la facilidad
asombroso. Todo acontecimiento de importancia es celebrado con la fiesta que magnificaron con su sangre: Petete, Espartero
y el novillero de Huelva, Pedro Carrero y Manuel Rodríguez en Linares y Pepe Cáceres en nuestra “ Pradera”, entre
otros, agregaría yo.
La historia de la Villa del Sol
reserva un buen número de sus paginas a exaltar las hazañas de muchos de sus diestros: Puno Rodríguez, Marco Tulio Estepa,
Luis Chaparro Joya, ( Esparterito), Ricardo Hurtado ( Granadino), Rómulo Hernández y Ernesto Bernal, entre los pioneros.
Varios alberos y plazas improvisadas
fueron escenarios de la fiesta taurina en el viejo Sogamoso: el solar de Don José Peña, los patios del antiguo Sugamuxi, la
trashumante “ Giralda”, etc, se convirtieron en cosos taurinos bajo el impulso de don Luis Spolidore ( Chichico)
y, mas tarde, de un entusiasta taurino, don Álvaro Vargas Pérez. Por alli, desfilaron desde Juan Silveti, el “Tato”
de México y “ El Bisco” hasta Pedres y
“ Chicuelo II”. Por solo nombrar unos, y vimos a Pepita Vergel ( sogamoseña), enfrentando con
valor los estados de las ganaderías llaneras: al propio “ Matador” Salamanca, torero de la tierra y al caballero
en plaza don Pedro Calderón, precursor del rejoneo colombiano.
En 1968, hace pues treinta años,
los distinguidos taurófilos y caballeros del civismo, doctor Dimas Avella Bolívar, don Gonzalo Salamanca Riveros y don Luis
Cándido Rodríguez Orduz decidieron levantar en la ciudad del sol una bella plaza de toros. Apenas iniciada la obra, surgieron
dificultades que comprometían no solo su continuidad sino que determinaban demolición de lo que había levantado. Don Alfonso
Moreno Díaz, “ Paticas”, enamorado de la fiesta de los toros, tanto como de su tierra sogamoseña, me mostró una
mañana, su preocupación por lo que constituía una frustración para Sogamoso al no poderse materializar la construcción de
su plaza de toros.
Contagiados de la misma turbación,
propuse a don alonso, que concertáramos una reunión en mi casa del barrio “ Chicamocha” con los socios de la plaza.
La reunión, al efecto se cumplió y, después de serenas discusiones, al calor de unos puros( aguardientes), se conciliaron
los puntos de vista, se zanjaron todas las diferencias y nos fuimos al “ Café Selecto”, en donde, se celebro el
feliz acuerdo que dio luz verde a la continuación de nuestra plaza de toros.