COLEGIO
DE SUGAMUXI 1905 – 2005 A PROPOSITO DE UN
CENTENARIO
POR: JAIME VARGAS IZQUIERDO
Me
ha pedido mi dilecto amigo, Álvaro Aranguren Estrada, director de este periódico sogamoseño, que exprese algunas opiniones
sobre los cien años de la fundación del histórico Colegio de Sugamuxi, cuya conmemoración está prevista para el próximo doce
de octubre. No es mi propósito dada la limitación de espacio de publicaciones como JORNADA, elaborar un compendio historial de este plantel educativo sogamoseño, anclado tan profundamente en el alma de la
Ciudad del Sol y que ahora, orgullosamente llega a un siglo de fecundos servicios a la cultura, a la educación, y a la formación
de las juventudes colombianas y particularmente de las boyacenses, sogamoseñas y las de la llanura casanareña.
Precisaría un extenso volumen para lograr plasmar la narración de los innumerables episodios,
logros, ejecutorias y, por supuesto, para relacionar los insucesos y dificultades que hacen parte de la historia de un plantel
que es Alma Mater de Sogamoso. Para aproximarse a tal cometido, las directivas actuales del Sugamuxi, sobre cuyos hombros
cae el peso de la organización de los festejos centenaristas del próximo octubre, idearon la edición y lanzamiento de un libro,
escrito a varias manos con la participación de exrectores, antiguos y actuales profesores, exalumnos, docentes y educandos
de ahora. Para hacer parte de susodicha empresa bibliográfica, se me extendió una comprometedora invitación que acepté gustoso
y posteriormente se me honró con la designación como componente del comité editorial del “Libro de Oro del Sugamuxi”,
como tuvieron a bien entitular la referida publicación.
Precisamente, y como respuesta a las peticiones de las directivas sugamuxistas, me permití
escribir un opúsculo, que llamé, “Mis recuerdos del Sugamuxi”, en el cual recogí algunas reminiscencias y añoranzas
de mi paso por el hoy colegio centenario, las cuales incluyen mis años de estudiante de primaria, de bachillerato, mi actividad
profesoral y directiva como vicerrector y más tarde como rector, todo lo cual abarca un lapso de cuarenta y cuatro años, más
de la mitad de mi vida de vinculación material y espiritual al histórico instituto sogamoseño. En la colaboración citada señalé
que no se trataba de convertir dicho escrito en unas memorias ni en un anecdotario, ni mucho menos en una semblanza histórica,
pues la historia contrario a lo que muchos creen, entraña una especial y profunda connotación científica, técnica y especializada.
En el discurrir de “mis recuerdos”, trato de insinuar como el Colegio de Sugamuxi
es un excelso patrimonio ciudadano, alma espíritu de la Sogamoseñidad, monumento esplendido de la cultura, la educación y
savia nutricia de un pueblo heroico, altivo y emprendedor como es el sogamoseño. El Sugamuxi, como todos sabemos nació en
1905 por iniciativa de un puñado de egregios y altruistas varones de la Ciudad del Sol como el general Alejandro Caycedo,
el doctor Abel de J. Rico, el doctor Aristóbulo Archila, Alejo Amaya; Luís A. Reyes y Francisco Tovar, encabezados por el
progresista párroco y más tarde monseñor Joselyn Parada Leal, a cuya empresa cívica se unieron los patricios sogamoseños Juan
Y Fidel Reyes Melgarejo; donantes de los terrenos en donde se levantó el viejo Sugamuxi, con el aporte económico del entonces
Presidente de la República y benemérito boyacense, general Rafael Reyes Prieto y el contingente espiritual del primer rector,
el sabio pedagogo huilense, maestro Santiago F. Losada.
El espíritu altruista y generoso que distinguió a los fundadores del plantel sugamuxista
ha sido la constante en esta primera centuria de vida sugamuxista; el apoyo anímico y material de la ciudadanía sogamoseña
se ha puesto de manifiesto a lo largo de su historia y si bien, el sentido de pertenencia y afecto por la institución pueda
haber sufrido eclipses y haber sufrido algún deterioro en los últimos años, tal ocurrencia ha sido generada por el crecimiento
mismo de la ciudad, la presencia aquí de sus gentes ajenas a la tradición sogamoseña y de pronto a la falta de compromiso
de alguno de sus componentes institucionales.
Para continuar e esta breve secuencia del discurrir institucional del Colegio de Sugamuxi,
es imperativo no omitir aquí los nombres de varios personajes que han sido determinantes de acontecimientos puntuales del
progreso y las glorias del legendario claustro a lo largo de su historia con la aprehensión de incurrir en omisiones involuntarias,
quiero resaltar los nombres de los fundadores arriba citados, los de otros benefactores como el doctor Olegario Albarracín,
Heliodoro Plazas, general Santiago Camargo, Francisco Tobían y doctor Luís Izquierdo; los de los donantes Juan Y Fidel Reyes
Melgarejo, el nombre del altruista mandatario de la nación general Rafael Reyes los de los rectores, los de los integrantes
de las Juntas Directivas, en todas las épocas que por ser tan numerosos es imposible detallarlos, pero sí el de otros benefactores
como el congresista doctor Jesús Bernal Pinzón, gestor, junto con el arquitecto Roberto Franco Isaza, de las funcionales instalaciones
del nuevo Sugamuxi y desde luego a los nombres de Gladys Moreno Arenas, Isabel Sáenz Díaz, Y Elvira Rodríguez Kilber, la primera
reina y las últimas princesas del recordado carnaval del cincuentenario, cuyas utilidades económicas se aplicaron a la adquisición
de los terrenos para la nueva sede sugamuxista.
Desde aquel entonces y hasta las últimas épocas, destacados profesionales, exalumnos del
Sugamuxi se vincularon en empresas de expansión y mejoramiento del plantel entre ellos los arquitectos Emilio Durán Medina,
Dimas Avella Bolívar, Álvaro Sandoval Reyes; los ingenieros Jairo Paérez Avella, Víctor Manuel Ríos Acevedo y Jairo Reyna
Niño, los abogados César Manuel García Niño, Exgobernador de Boyacá y antiguo viceministro de Educación Nacional, Diego Sandoval
Reyes y Diego Vargas Rojas.
Muchos exponentes de la ciudadanía sogamoseña han sido coadyuvantes de las causas del Colegio
de Sugamuxi, en todas las etapas de su trayectoria histórica; jamás se ha registrado la presencia de gentes que hayan querido
aprovecharse del nombre o de las particulares conmemoraciones del colegio para satisfacer apetitos personalistas, de lucro,
de figuración, o de vanagloria; por el contrario, la generosidad y el desprendimiento de los auténticos sogamoseños, o sugamuxistas,
han enriquecido con su contingente espiritual y material a nuestra Alma Mater, componente insigne de la Sogamoseñidad.
Ahora
con motivo de los cien años de la fundación del Sugamuxi, es propicia ocasión para refrendar el viejo espíritu sugamuxista,
para reavivar el calor y el proverbial afecto por sus tradiciones, por su historia, henchida de gloria y honor. Tenemos que
recuperar el hilo perdido del auténtico Sugamuxi; comprometernos en una cruzada de refrendación de su prestigio y celebridad
característicos y adquirir el compromiso solemne de procurarle al colegio un futuro que sea póliza de buen seguro para que
el claustro centenario siga ocupando el sitial de esplendor, prestigio y nombradía, conquistados en cien años de fecunda existencia
y, por encima de todo, que el nombre de COLEGIO DE SUGAMUXI tan caro a
todos los sugamuxistas, sogamoseños y colombianos, no sea cambiado por otro u
otros ajenos a las tradiciones de la Ciudad del Sol.
El centenario del Sugamuxi, debe ser ocasión propicia para que la comunidad sogamoseña recupere
el sentido de pertenencia y de orgullo tan peculiares en estos cien años de gloria y honor del Alma Mater de nuestra Tierra
del Sol.